Balazote es un lugar de antiguo origen, ya que las primeras huellas humanas pueden rastrearse cuatro o cinco siglos antes de nuestra era. Así lo demuestra su famosa “bicha” una escultura ibérica a la que se atribuía la propiedad de desviar las influencias maléficas. De esta manera podemos comprobar la importancia que ha tenido este pueblo desde la antigüedad. Actualmente, su población es de aproximadamente 2.400 habitantes.
Balazote ha consolidado recursos económicos importantes, especialmente en la agricultura. Aunque el principal reconocimiento lo aporta la agricultura de regadío y el cultivo del ajo, también el uso de las aguas subterráneas del acuífero 18 de la Mancha Oriental ha consolidado el cultivo del maíz y la cebolla en la zona, junto con los tradicionales cereales de secano y el girasol que también están presentes. Otros cultivos que encontramos entre las zonas de riego y secano son: la patata, maíz y alfalfa, entre otros, pero el que destaca por encima de todos es el cultivo del ajo, siendo una de las poblaciones de mayor producción en Castilla-La Mancha.
Destaca en Balazote su Iglesia de Nuestra Señora del Rosario del siglo XVI, edificio monumental que conforma una de las imágenes más icónicas de la localidad.
Imprescindible la
Ruta Circular del Cerro San Cristóbal, un paseo de unos 11 km que recorre diferentes puntos de interés, como la ermita de Santa Mónica, el cerro de San Cristóbal –el punto más alto de la ruta, desde el que se puede disfrutar de una vista privilegiada de la sierra de Alcaraz– o los cerros del Tesoro.
Fiestas de San Blas, patrón del municipio. Tienen lugar en febrero, en las cuales se lleva a cabo una de las tradiciones más hermosas del pueblo, conocida como la tradicional corrida de la bandera, que consiste en subir a un escenario para demostrar habilidades como fuerza y destreza en el manejo de la bandera bajo el acompañamiento de la Banda de Música Municipal de Balazote.
Romería en honor a la patrona, Santa Mónica, en mayo. En ella se realiza una subida a la ermita situada en el cerro que lleva su nombre donde se celebra la Eucaristía y la tradicional entrega de panecillos benditos por la Santa.
La bicha de Balazote es una de las figuras más insólitas, misteriosas y atrayentes de la estatuaria ibérica, se data su origen en el siglo V a.C. Los arqueólogos franceses fueron quienes primero la estudiaron identificándola como una cierva; de ahí que "biche" fuera su primera denominación, que luego se castellanizaría en "bicha". Desde 1.910 se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Recientes excavaciones en la vega de Balazote descubrieron un túmulo ibérico que permite situar tan singular pieza en el contexto de una necrópolis tumular a la que probablemente perteneció.
Está esculpida en caliza grisácea, en un sillar de esquina, y la cabeza, erguida y prominente, en pieza aparte. Representa a un toro echado, de anatomía bien modelada, resuelta en formas suaves que resumen con acierto las características del animal; la cola queda graciosamente enroscada sobre su anca izquierda. La cabeza resulta más hierática, muy rígidos el bigote, la barba y la cabellera, detallados con surcos rectos, como en los dibujos arcaicos, entre los que asoma un rostro más carnoso y expresivo. Bajo la frente, huida y cubierta por el rígido flequillo, las amplias y arqueadas cejas enmarcan unos ojos desmesurados y muy abiertos; son rasgos propios de la estatuaria griega arcaica. Tras las sienes brotan cortos los cuernos y, bajo ellos, breves orejas de bóvido. En Balazote puede contemplarse expuesta una réplica de la Bicha.
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